¿Escuchas eso? ¿En la distancia, el sonido de todo aquello en lo que hemos estado trabajando, puesto en pausa nuevamente, mezclado con un poco de agua salada? Si, esa es la ola… La próxima ola COVID. Y, yo no sé tú, pero… Yo. No. Estoy. Preparada. Emocionalmente, quiero decir. Para mí, no han cambiado mucho las cosas. Salgo de casa de vez en cuando, principalmente para citas médicas y para hacer diligencias. He recuperado la mayor parte de mis séquito, lo cual está bien, pero aún no se siente igual. Lo que realmente me impresiona de todo esto, es que la gente no se está vacunando. Comen Takis, que no saben más que a productos químicos (vamos, todos sabemos que son una basura deliciosa), pero no se vacunan. Sé que estas son las mismas personas que afirman que no tienen que terminar de tomar sus antibióticos ... y esa es una de las cosas que más me irritan. Sé que existe una correlación entre los anti-vacunas y los que no terminan sus antibióticos. NO PUEDO PROBARLO, pero parece haber una lógica supersticiosa similar, de su parte.
Déjame ponértelo claro. Digamos que estás jugando un video juego y el último monstruo que necesitas eliminar requiere que lo mates con una combinación de cuatro estocadas de espada y tres cachetadas, (claramente, yo sólo observo los videojuegos, no los juego). No terminar tus antibióticos significaría que sólo apuñalaste al monstruo dos veces y lo cacheteaste una vez. Así, que mientras pensabas que ganaste porque el monstruo está caído en el suelo, cuando le das la espalda, se levanta de nuevo, más fuerte y con la piel más gruesa. Y sí, amigo mío, esto significa que necesitas una nueva combinación para matar al monstruo y vencerlo. En otras palabras, cada vez que no terminas tus antibióticos, estás permitiendo que lo que sea que tengas dentro de ti, se fortalece. Y eso es básicamente lo que está pasando con las nuevas cepas de COVID. No es lo mismo claro, el COVID es un virus, (no se usan antibióticos) pero pues, si no se controla…DELTA.
Sin embargo, no estoy aquí para darte una débil lección de ciencias. De hecho, estoy aquí dejando a un lado mi orgullo y suplicándote que, por favor, te pongas la maldita vacuna. No porque yo haya recibido tres vacunas hasta ahora, sino porque me estoy familiarizando demasiado con los perros de mi familia. Permíteme explicártelo.
Komotú: Se supone que la parte cómica detrás de su nombre, es que la gente pregunte cuál es su nombre y el propietario (mi hermano) dice "como tú". Es un perro callejero, rechoncho, blanco y negro, con apariencia de salchicha y personalidad omega. Es un maldito blandengue (solo para aclarar, estoy describiendo al perro, no a mi hermano).
Pirula: La princesita de papá. Ella es una Yorkie blanca y negra (no me preguntes, solo digo lo que me informan) que fue un regalo de cumpleaños para mi madre. Dicho esto, como les dije antes, ella es la pequeña bribona consentida de mi padre. Ella hace lo que quiere como quiere, aunque pesa menos de tres libras... Meh ella nos agrada.
Rafi: Para mí, es como la versión perruna del Joker. Como que empatizas con el, pero al mismo tiempo es un idiota con ojos de muerto. Rafi es el temperamental niño-canino de mi hermana. El es un Alaskan esquimo, y, a diferencia de Komotu, Rafi de hecho fue criado. En la forma en que un millennial criaría a un hijo, pero fue criado. Su principal rasgo de personalidad es que es un neurótico, por eso ladra. Sin pausas. Constantemente. Todo el día. Todos los días. Lo que hace que los otros dos payasos también ladren.
Pero como dije... él es el niño-canino de mi hermana (señal de sonrisa falsa aquí).
Esta es la parte triste: Siento que Pavlov y B.F. Skinner están realizando un experimento enfermizo conmigo, en el que me condicionan a emocionarme excesivamente cada vez que estos tres hijos de puta comienzan a ladrar impulsivamente a la puerta. Sus ladridos serían los estímulos no-condicionados, porque significan o que hay un paquete en la puerta para satisfacer mi adicción a las compras en línea (gracias encierro de COVID), o que tengo visita. En todo caso, me emociono mucho (también conocida como respuesta condicionada) ... hasta que me doy cuenta de que mi estado emocional está siendo determinado por tres perros pendejos que le ladrarían hasta al cadáver. Puede que no hayas entendido la mitad de lo que acabo de decir…, sólo debes saber que resulta un poco patético.
Si te soy sincera, esta publicación de blog no tiene ningún objetivo. Solo quería conectarme con las personas que no están viajando por el mundo en este momento. Ya sabes, aquellos que decidieron quedarse encerrados un poco más por el bienestar del resto del mundo. Aquellos que decidieron vacunarse con el riesgo de convertirse en zombis porque, bueno, ¿de qué sirve vivir en un mundo egoísta? Por supuesto, eso significa que van a estar oliéndole el culo a sus perros como entretenimiento momentáneo, por puro aburrimiento (lo digo metafóricamente). Entonces, ¡Oye, tú! ¿Y que, qué me cuentas?
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